SALA 1

SIGLO XIX: SOCIEDAD CULTURA Y ECONOMIA

En el primer siglo de vida independiente Chile al igual que el resto de los países hispanoamericanos, sufrió graves conflictos políticos y sociales.

Durante este período de construcción y consolidación de la república, fueron cuestionados duramente los fundamentos que darían sostén al sistema político y administrativo del estado naciente. La zona central tuvo un gran protagonismo en este proceso, imagen que permanece hasta nuestros días.

La sociedad aconcagüina era predominantemente rural y la estratificación social muy marcada. Los hacendados dueños de grandes extensiones de territorio representaban a su vez la clase social dirigente y aportaban con recursos y bienes al estado naciente. La aristocracia gobernaba la vida nacional en todos sus aspectos mientras que el grueso de la población rural iletrada, obedecía.

El grueso de la sociedad estaba representado por la población rural al servicio de los primeros. No será hasta fines del siglo XIX que esta distinción tajante entre dueños y sirvientes se verá alterada con la aparición de nuevas clases sociales urbanas e industriales.

SALA 2

APORTES DE LA CONGREGACIÓN DEL BUEN PASTOR A LA COMUNIDAD DE SAN FELIPE

Las Hermanas del Buen Pastor llegaron a Chile en 1855 a través de una gestión realizada por el gobierno de Manuel Montt, el Arzobispo Rafael Valdivieso y apoyadas por la Sociedad de Beneficencia. Se instalaron en San Felipe para trabajar con niñas, jóvenes y adultas en situación de vulnerabilidad social.

La casa del Buen Pastor abrigaba un gran contingente de personas, quienes trabajaban para continuar las obras de educación y rehabilitación de detenidas, penitentes y preservadas .

Las pensionistas, mujeres de diferentes edades, pero acomodada situación social, se educaban y perfeccionaban espiritualmente también en las dependencias de la congregación. Apoyaban económicamente la obra siendo algunas de ellas importantes benefactoras de la misión.

El Padre José Agustín Gómez (1830 – 1908) fue Capellán y Superior como se decía entonces del Monasterio de Nuestra Señora de la Caridad del Buen Pastor en sus inicios, y trabajo junto a las hermanas por los más necesitados de Aconcagua.
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1 Detenidas: mujeres privadas de libertad. Penitentes: niñas y adolescentes que acudían por su voluntad o eran internadas por algún familiar con autoridad civil sobre ellas. Preservadas: niñas pequeñas, huérfanas, abandonadas y maltratadas

SALA 3

VIDA COTIDIANA DE LAS HERMANAS EN EL SIGLO XIX

En un siglo de cambios profundos en la sociedad, la Congregación y su visión del trabajo activo, buscaba prosperar entregando herramientas de vida a través del trabajo, la oración y la recreación.

Las hermanas cruzaron mares, tuvieron que acostumbrarse al clima, las diferencias culturales, resistir las enfermedades y apoyarse mutuamente en los momentos de crisis y catástrofes que sucedían en Chile.

Fueron mujeres valientes e innovadoras. Introdujeron la idea del trabajo como medio de crecimiento personal dignificante para las más vulneradas de la sociedad. Desde Francia trajeron herramientas para las actividades manuales de confección de ropas, bordados, lavados, elaboración de flores, entre otras.

En todas sus actividades cotidianas: orar, trabajar, crecer espiritualmente; entregarse a la educación de niñas, acoger y educar a las pequeñas, preocuparse por la rehabilitación de las detenidas, enseñar a jóvenes de élite el valor de la caridad y las buenas costumbres; se aplicaban las reglas del estatuto de la Congregación, resultando que toda la casa funcionara en perfecto orden y disciplina.